La violencia en el ámbito educativo es un hecho actualmente, lo cual afecta a millones de niños y sus familias. Según la UNESCO y el Plan Internacional hay 246 millones de niños o adolescentes podrían sufrir violencia en sus escuelas o en su ámbito social. También es importante destacar que las niñas son las más afectadas, alimentando por desgracia la brecha de género que sufrimos las mujeres a diario.
A veces las escuelas no son lo suficientemente inclusivas o se saltan los derechos de los niños adoptados por las Naciones Unidas o la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza. Una de las estrategias de la UNESCO es garantizar que los niños tengan acceso a entornos seguros, inclusivos y respetuosos, previniendo la discriminación de los alumnos por cualquier motivo, ya sea por orientación sexual, raza, religión, etc.
Para conseguir este objetivo se deben llevar a cabo estrategias para concienciar en las escuelas a los niños sobre este tema. "Hay que enseñar que la violencia nunca debe ser respondida con la violencia". Hay que explicar a los alumnos que la violencia suele ser respondida con la violencia y es precisamente este proceso el que debemos evitar normalizar. Para contrarrestar este impulso debemos entablar una estrecha comunicación con los niños, si conseguimos que hablen de sus impulsos y sentimientos podremos guiarlos para reconducir quizás conductas negativas que lleven a la violencia.
Una manera muy efectiva de enseñar a los niños es mostrándoles ejemplos, podemos comentar la agresión de Will Smith a Chris Rock en la gala de los Premios Óscar, ya que el presentador se burló de su mujer que padece una enfermedad. Está claro que las bromas del presentador no fueron adecuadas, pero la reacción del actor ha sido muy criticada porque la mayoría de las personas piensan que no es adecuado contestar con violencia.
De esta forma, la educación puede inspirar a las futuras generaciones a crear un ambiente educativo y social más respetuoso, donde todos nos sintamos más incluidos, sin miedo a expresar nuestras opiniones o emociones.
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